Autor: Roberto Ariel Tamburrini
"Danza es Unión..."
(Maurice Bejart)
Durante el desarrollo de este escrito me referiré al artista a veces de manera general y otra más específicamente como coreógrafo- intérprete, dentro del contexto de la Expresión Corporal - Danza.
Collinwood, a partir de una mirada psicológica del mismo, sondeando sus vivencias y experiencias, lo define del siguiente modo:
“El artista propiamente dicho es una persona que aferrándose al problema de expresar una cierta emoción, dice, `quiero que esto salga claro`…Lo que el quiere no es una cosa de cierta clase, sino cierta cosa.” (1).
El autor considera que el artista no produce emociones, sino que “siente” las mismas y, al expresarlas, son sentidas a su vez por el público.
Dentro de la definición de Collinwood pueden vincularse las características de cada período histórico estudiado por Hauser: El paleolítico, donde asocia al artista con el cazador, dueño de una alta sensibilidad. El neolítico en lo que se refiere a la obra del mismo como expresionista y, por último, el caso egipcio donde el artista se encuentra inmerso en un mercado que le impone ciertas reglas sobre su autonomía.
Nietzsche cree que el artista alberga dentro de si una tensión dionisiaco-apolínea que puede aliviar al producir arte, siendo este elevado cuando ambas se armonizan.
Pero es en nuestra época donde el análisis del artista cobra mucha importancia, dados ciertos aspectos de nuestra realidad circundante que lo involucran y que han sido considerados por Beudrillard, como el cambio de paradigma de la sensibilidad.
A partir de esta problemática resulta necesario considerar el rol de las relaciones dentro del grupo social al que pertenece el artista. A partir de esto: ¿Se puede decir que el coreógrafo-intérprete de Expresión Corporal-Danza en nuestro país tiene una identidad profesional que lo distinga? ¿ Cuál es o cual debiera ser, si aún no existe?
Consideró que si, existe tal identidad, una identidad argentina fundada en la creatividad y la tendencia apasionada características de nuestra esencia. Sin embargo, no es del todo conciente, producto de la dificultad que se le presenta al artista dentro del campo de la danza de observarse tomando distancia del objeto, que en este caso es él mismo.
La Expresión Corporal-Danza fue fundada en nuestro país hace algo más tres décadas por Patricia Stokoe e incorporada en la Licenciatura en Composición Coreográfica del Instituto Universitario Nacional de Artes, en su Departamento de Artes del Movimiento en el año 2000. Este dato es explícito en si mismo, donde podemos vincular inmediatamente la búsqueda del artista argentino en este campo, recibiendo a la vez estudiantes del resto de Latinoamérica especialmente, pero también de Estados Unidos y Europa. El planteo de la licenciatura es, además de la formación técnica como coreógrafo-intérprete (en Expresión Corporal, a diferencia de las otras menciones, no hay título intermedio de intérprete ya que no se lo concibe como tal independientemente del coreógrafo. Aquí el bailarín compone al moverse), es preparar al artista para pensar la danza, estimulando así lo que Collinwood llama conciencia estética: “Esta conciencia estética…Considera al tema como un elemento integral en la obra de arte.” (2).
Dentro de los contenidos de la Expresión Corporal-Danza, el que se refiere a las relaciones del artista consigo mismo (comunicación intrapersonal), entre artistas (comunicación intragrupal e intergrupal) y entre los mismos y el público (comunicación con terceros) es el denominado Proceso de Comunicación. Un dato fundamental es que en esta disciplina no se utiliza el espejo para improvisar, ni para componer, ni aun para pasar una
coreografía. Durante el examen de ingreso al IUNA no se descarta, como en las otras menciones, ningún aspirante durante las dos semanas, dada la importancia del trabajo grupal, no aceptando al finalizar el curso como ingresantes solo a quienes tienen graves problemas rítmico-motrices o poco registro personal y/o comunicación con el grupo. Además, como diría Patrica Stokoe “es una danza para todos”, tirando por la borda la selección del bailarín por sus características físicas o virtuosas. Esto permite al artista de Expresión Corporal-Danza, al menos en principio, escapar del “narcisismo rabioso” que proponen otras vertientes de la danza.
La técnica de la Sensopercepción, técnica propia y característica distintiva de esta disciplina, permite al coreógrafo-intérprete explorar vivencialmente, con el movimiento, el pensamiento y el contacto, sus sensaciones individuales, generando emociones a través del proceso de la percepción, quien recibe estímulos propioceptivos o exteroceptivos. A partir de esto, el artista expresa su esencia, relacionándose con sus pares y con el público. Cabe aclarar que a este último se lo considera activo, en tanto como espectador vive también el proceso sensoperceptivo y la consecuente generación de emociones. Collinwood dice al respecto. “…estas cosas, tienen una función primaria…la función de generar emociones específicas”, aclarando más adelante que “…un verdadero artista (que no debe pensarse nunca separado de un público…” (3).
Esta relación entre ambos da, en el contexto que lo rodea, una identidad profesional, que puede considerársela argentina, teniendo en cuenta que los estímulos recibidos y las emociones transitadas provienen de la sociedad el la que el artista está inmerso y que, dada la oscura historia reciente y las problemáticas que aun enfrenta nuestro país, comprometen al artista argentino con la búsqueda de un mensaje que a través de las prácticas simbólicas transforme al su público y repercuta sobre la sociedad.
(1) Collinwood. Los Principios del Arte, página 112.
(2) Collinwood. Los Principios del Arte, página 74.
(3) Collinwood. Los Principios del Arte, pág 79.
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