“La Fierecilla Domada”

Andreza Randisek – Rodrigo Guzmán

Fotografía: Patricio Melo

 

 

“La Fierecilla Domada” del  coreógrafo sudafricano John Cranko y música de Kurt Heinz – Stolze, basado en sonatas de Domenico Scarlatti  tuvo su temporada oficial de cuatro funciones (en dos repartos) en el Teatro Municipal de Santiago entre los días 28 al 31 de Mayo recién pasado.  En esta oportunidad el Ballet de Santiago  dirigido por Marcia Haydée, fue acompañado por la Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil bajo la batuta del maestro José Luis Domínguez. Por otra parte, quedó en evidencia el excelente momento artístico por el que atraviesa Rodrigo Guzmán, primera figura de la compañía, más un corps de ballet comprometido que responde a las exigencias del montaje. La función aquí comentada, corresponde a la realizada el día miércoles 30 de Mayo.

 

Junto a Lavrovsky, Grigorovich, Asthon, Bejart, McMillan, Neumeier, Kilian y otros grandes del siglo XX; John Cranko cultivó exitosamente el ballet d’action,  aquel ballet narrativo con base académica legando a la escena internacional un patrimonio coreográfico de gran valía. “La Fierecilla Domada” creada para el Ballet de Stuttgart en 1969 con Marcia Haydée y Richard Cragun en los roles estelares, es talvez la contraparte humorística del otro gran ballet shakesperiano de Cranko, “Romeo y Julieta”. Sin duda, John Cranko supo traducir en sus creaciones danzadas el justo equilibrio de la narrativa del texto, a la gestualidad corporal y exposición danzada. Sus obras absolutamente vigentes, le consagran con el paso del tiempo como uno de los mayores exponentes vanguardistas del arte coreográfico que tuviera el siglo XX. “La Fierecilla Domada” concebida bajo una atmósfera simple y naturalista, exige a sus interpretes: el tránsito de emociones en forma equilibrada entre lo dramático y humorístico, lo elegante y lo irónico.

 

Andreza Randisek, responsable de encarnar a “Katharina”, hace gala de una danza segura y elegante en los aspectos técnicos, más en lo estrictamente interpretativo navega por emociones poco definidas y algo desequilibradas conforme a las exigencias del rol. Se nota en un acto primero adolescente de compromiso dramático que la lleva a componer una “Katharina” más bien domada que resistida a ser domada, junto a una desbalanceada carga agresiva. Es “Katharina”, talvez un personaje que demande a la intérprete (de evidente registro lírico), una mayor elaboración y madurez para abordar en propiedad un rol en carácter.

 

 Rodrigo Guzmán, por el contrario, se apropia del personaje paseando por una  gama diversa de matices psicológicos que enriquecen la interpretación de su “Petrucchio”.  Sin duda a Rodrigo Guzmán le son propicios los roles de Cranko; pues ya vimos su “Romeo” en “Romeo y Julieta” el año pasado, rol que le significara el premio Altazor 2012 al mejor bailarín. Rodrigo Guzmán se muestra en esta “Fierecilla Domada” muy lúdico, espontáneo y vigoroso. Junto a las dotes histriónicas que posee, une la técnica trabajada entregando de esta forma una composición creíble y madura en escena. En el rol de “Bianca” tenemos a una Dolores Salazar elegante, lineal y resuelta, aunque algo distante en cuanto al personaje. Su mayor compromiso lo logra junto a Agustín Cañulef en el Pas de Deux (las bodas) del acto II. Agustín Cañulef (Lucencio), impecable y preciso tanto en su evolución personal como partenaire.

 

Carlos Inostroza (Gremio) y Esdras Hernández (Hortensio) resuelven acertadamente sus roles desde la teatralidad. Ambos artistas crean personajes cómicos en propiedad lejos del estereotipo y lo burdo. Las taberneras interpretadas por Carolina Jiménez y Sonia Ossandón, cumplen correctamente con los roles asignados.

 

Elizabeth Dalton propone el diseño de vestuario y escenográfico acorde a la narrativa y época; eso sí, sin mayor recarga que la necesaria para el desarrollo de la obra. De esta forma transcurre la historia sin distracción centrándose más bien en la acción e interpretación de los bailarines que la imagen  visual de fondo. Ricardo Castro juega con la paleta de colores cálidos en cuanto a iluminación respaldando la escena y propuesta escenográfica.

 

Sin duda, la gran sorpresa en esta temporada del Ballet de Santiago, la constituyó un hecho inédito: la participación de la Orquesta Sinfónica Nacional Juvenil bajo la batuta del maestro José Luis Domínguez. Una gratísima sorpresa e impecable trabajo de los jóvenes instrumentistas. Por primera vez en el foso del Teatro Municipal una orquesta extramuros del teatro. ¿Razón?, simplemente la calidad técnica y artística a la que ha llegado esta Orquesta, abordando además una partita compleja. José Luis Domínguez, conductor del mencionado conjunto musical, realizó una lectura cuidada, extrayendo matices interesantes a esta pieza con cierto aire renacentista. La partitura, basada en sonatas de Domenico Scarlatti y compuesta especialmente para este ballet por Kurt Heinz – Stolze, quien fuera un entusiasta  colaborador de John Cranko en sus cruzadas artísticas.

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