La falta de infraestructura y de apoyo son apenas dos de los problemas
Una ley de mecenazgo con incentivos a la empresa privada fomentaría la participación más activa de este sector en las artes.
Venezuela celebra hoy el Día Internacional de la Danza, pero en crisis. El presupuesto estatal en esta área sufrió un recorte de 40%; al no existir una ley de cultura o de mecenazgo, la participación del sector privado en el apoyo a esta disciplina es casi nulo; no se ha construido sala alguna en los últimos 10 años; la Compañía Nacional de Danza no tiene sede y su razón de ser no está clara entre el gremio. El otrora Instituto Universitario de Danza dio paso a la Universidad de las Artes que es sólo un nombre, pues funciona en la misma infraestructura del Iudanza, bastante precaria para la formación e investigación, sus principales objetivos… No obstante, la danza es creación, movimiento, pasión, vida… y la vida hay que celebrarla.
El crítico José Antonio Blasco asegura que la danza no ha muerto; sin embargo habla de “morir de éxito” para referirse a aquellas individualidades o compañías que se mantienen pero sin continuidad. Asimismo, reconoce a aquellos que siguen arriesgándose, “a pesar de las contrariedades y contradicciones”.
Blasco reconoce que hay graves problemas de apoyo a la danza desde el sector público y privado que se vienen arrastrando desde hace muchos años, pero también asistimos, según él, a una época de grandes limitaciones en lo creativo, en comparación con los ochenta y noventa.
“Otra cosa, cada vez es más difícil que las compañías venezolanas viajen o que vengan maestros y compañías de afuera”, señala el crítico, quien suma el hecho de que los venezolanos que van a formarse en el extranjero tienden a no volver al país a mostrar su evolución. “Se rompió un canal de comunicación, no vemos, por ejemplo, un festival que invite a regresar a estos artistas”.
Pedro Alcalá es bailarín y fundador de las compañías 100% Impro y UM.Gramo. Descarta que haya una crisis creativa y por el contrario cuestiona a aquellos -incluyendo a Uneartes y Compañía Nacional de Danza- que siguen mirando a los ochenta y noventa como los “años dorados” de la danza.
“Como se sigue planteando que aquella fue la época dorada y ésta no lo es, entonces no hay espacios, no hay apoyo… eso influye en el ámbito creativo”, asegura Alcalá, quien junto a un grupo de creadores busca espacios alternativos para la danza basada en la improvisación y contacto directo con la gente.
El bailarín critica que cuando surgió el Iudanza éste captó como docentes a algunos de los mejores representantes de esta disciplina, quienes en lugar de mirar hacia el futuro se dedicaron a añorar las épocas de los ochenta y noventa. “Se están perdiendo las nuevas tendencias y se encasillan en ciertos criterios… Pudo haber sido aquella la ‘época dorada’, pero hay gente formada en aquellos tiempos que experimenta otras cosas”.
Alcalá cataloga a la Compañía Nacional de Danza como un “disfraz”, cuyos objetivos no están claros. “¿Qué esperas encontrarte en una propuesta de una Compañía Nacional? Tú vas a dialogar, a crear un discurso, no a recrear; está bien que revivas aquella ‘época dorada’, pero no vas a pasar todo un año en eso… Además no puedes desligarte de las compañías emergentes”.
En clave bolivariana
La bailarina Zhandra Rodríguez lleva adelante el Programa Integral de Danza para las Escuelas Bolivarianas que recibe apoyo del Ministerio de Educación y últimamente del despacho de las Comunas. Dice que no es la adecuada para hacer un diag-nóstico de la danza actualmente ya que está trabajando en un proyecto que en ocho años ha cubierto más de un millón de personas y promete llegar a más venezolanos con el nuevo Currículo Bolivariano, en el cual participa como asesora. Reconoce que hay descontento en el sector por la falta de apoyo; no conoce la labor de Uneartes y de la Compañía Nacional de Danza, por lo que se abstiene de opinar. “Hay bastantes quejas de los grupos y tienen razones, lo que pasa es que están atados al Ministerio de la Cultura”.
La artista cierra con lo que quizás es el espíritu de la danza actual en Venezuela: “Se hace lo que se puede y con lo que hay”.
agomez@eluniversal.com
Ángel Ricardo Gómez
TOMADO DE ELUNIVERSAL.COM
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