UN ENSAYO SOBRE LA IMPROVISACIÓN COMO PUESTA EN ESCENA
...EL LUGAR EN DONDE NACE LA HONESTIDAD...
...dos personas entran en el escenario. se miran, entienden que hay una acción a punto de desarrollarse. saben que cualquier decisión es importante mientras lo sea, saben incluso que la no-acción es una posibilidad tan valedera como cualquier otra. empiezan la danza y con ella, casi inconscientemente, una forma de meditación en movimiento. una forma que nace del momento, de la íntima e invisible cohesión entre ellos, el público y el entorno que los rodea. así fluye hasta el final la poesía de la danza, y con ella la participación activa del que ve y propone ... sin decir palabra.
Improvisar no es hacer cualquier cosa, pero hacer cualquier cosa está permitido. No existe una clave para improvisar, sí técnicas o métodos que ayudan a desarrollar una situación improvisada. Cualquiera puede ser parte en una improvisación, pero el desarrollo que de ella haga una persona “conscientemente” entrenada, puede ser la apertura a un espectro de posibilidades muchísimo más amplio.
Creo que la clave fundamental para el Improvisador es poder estar “aquí y ahora”, en el momento presente, que es el futuro y la suma del pasado. Estar presente es estar atento. Estar atento es poder fluir entre el instinto y el intelecto sin perderse en uno o en otro, encontrando ese balance propio del que “es”.
Hay elementos a los que podemos recurrir para elaborar conscientemente temas enunciados o sugeridos dentro o antes de la Improvisación. Hacer que un “tema” (*ya sea una acción concreta (reconocible), un movimiento, un gesto, una calidad de movimiento) se desarrolle, se vuelve un elemento fundamental para no caer en la producción inescrupulosa de material “inconexo” (hablando solo desde el punto de vista del espectador que espera ver una linealidad en la “narración” del espectáculo, aunque en realidad uno podría encontrar linealidad dependiendo del punto de vista en el que se sitúe). Desarrollar un tema es “elegir” un punto de partida* y desde allí elaborar, en consecuencia, el material siguiente. Esta elaboración es tan relativa como el lugar en donde se sitúe cada improvisador.
Desde el punto de vista de una narración lineal, en donde se busca el desarrollo de una historia o la evolución progresiva y en aumento de un tema dado, el Improvisador trata de sumar a ese “punto de partida”* elementos que se relacionen entre sí y además de generar una historia (sin olvidar la relatividad del término), intenta atrapar al espectador.
Uno de los mejores paralelos lo podemos encontrar en el origen de la Improvisación en el Jazz. “Un músico se suma al escenario con gente que no conoce, y solo sabe que tocará en clave de sol, en una escala determinada, a un ritmo que solo aparece cuando el baterista marca cuatro, y con suerte se establece el género musical o el tema que dará la pauta para Improvisar. La canción comienza y la linealidad está dada por la atención que cada músico pone en el momento, entre sí, y en cada uno. Juntos, con la seguridad del solo y la atención de cada uno como parte del todo, siendo a le vez el todo, se encuentran en el viaje hasta el final que deciden entre todos, como uno.”
Improvisar no es hacer cualquier cosa, pero hacer cualquier cosa está totalmente permitido.
Improvisar como destino, como tarea programada, como espacio multidimensional en el que el tiempo ya no es lo que sabemos sino lo que conocemos. La veracidad del reto está en la mayor sublimación de cada integrante. Saber, conocer, saber por experiencia, saber por intelecto, qué diferencia!!!
En tiempos de pobreza radical la improvisación no juega sino un rol fundamental en la creación del día a día, del saber cotidiano, de la resolución de cómo sobrevivir en el plano básico de existencia. Saber en ese caso viene directo desde la necesidad empujada por la necesidad misma, por el hambre. Saber improvisar es saber sobrevivir. Saber sobrevivir es conocer los mecanismos de la causalidad y que nada tiene que ver con el azar, si es que éste existe en algún plano.
Así surge que improvisar se transforma en algo más que estar atento, es sobrevivir en cualquier situación dada en cualquier momento y aspecto de la vida. Si a nosotros nos interesa solo la posibilidad de ésta como espectáculo, entonces no hay más que enfocarse en ese punto en particular y dejar al resto de lado.
Vano es dedicarse a discutir sobre el significado de cada palabra o tratar de clasificar métodos personales para improvisar y generalizarlos cuando existen tantos formatos como personas en el planeta. Si bien sabemos perfectamente que hay algunos lineamientos que pueden ser mucho más eficaces que otros, es siempre más efectivo tenerlos sólo como referencia y lanzarse al abismo incomparable de sentir, de ser, aquí, y ahora.
Decir que Improvisar es conectarse directamente con la esencia del ser puede sonar exagerado aunque, sin embargo, no lo es. Si concebimos el acto de improvisar como el fluir dentro de ciertos patrones establecidos, entonces aceptamos automáticamente que este simple y complejo acto, que es dejarse llevar de la mano de la honestidad, es desentrañar la sabiduría instintiva del hombre desde lo profundo de su “información genética”.
Para poder transmitir de manera directa, no hay otra alternativa que moverse desde la honestidad. Y no es la honestidad con el espectador sino con uno mismo. Ser honesto en la improvisación no solo implica estar presente, atento al momento, sino actuar pura y exclusivamente con los impulsos que se generan desde ese lugar que no es la “mente racional”, que no es ninguna de las elucubraciones que están ligadas al “deseo”, ni las posibilidades intelectuales que aparecen diciéndonos qué hacer. El lugar de la sensación pura, el espacio en donde nace ese impulso “irracional”, es la punta del ovillo para dejarse llevar en el fluir que recorre su propio circuito y que es, sin lugar a dudas, el lugar en donde nace la honestidad: la intuición.
Aparentemente existen contradicciones si tratamos de pensar en “desarrollar un tema” a la vez que nos esforzamos en “fluir” con lo sentido(s). Esto es solo contradicción visto desde la linealidad de nuestra racionalización. Ese lugar en donde coexisten estas dos alternativas, lugar en el que se transforman en una sola, es el sitio donde radica la honestidad, el lugar en donde “parecer” y “ser” son la misma cosa.
La esencia divina de las cosas es aquella conectada con esta indivisible unidad de ser.
“cada célula tiene su propia música, inaudible para nosotros, pero necesaria en el mantenimiento de la armonía de los tejidos. Con colores y sonidos, las células dialogan entre sí. Nada en el universo del organismo está quieto: electrones, átomos, moléculas, células y órganos, todos se mueven y, al hacerlo, producen una vibración que puede ser registrada como sonido o color. Una sinfonía de salud en la cual cada músico da su nota clave. Cuando algún grupo de músicos pierde el ritmo, se produce la enfermedad, un sonido discordante. Mediante el sonido o la luz, se puede enseñar de nuevo el ritmo perdido; y el cuerpo escucha. Un punto de acupuntura reacciona al sonido y a la luz de igual modo que responde a una aguja. La piel también “ve” colores y “oye” sonidos. La medicina hindú ha estudiado el efecto saludable que los sonidos del alfabeto producen en las distintas partes del cuerpo, y todas las medicinas indígenas utilizan el sonido, sea el de la voz humana, sea el de un instrumento, para ayudar a recuperar la salud, el sonido de la armonía.”
-“Bioenergética y vivencia” Jorge Carvajal”-
Tenemos la posibilidad de recibir información en cualquier forma y de cualquier medio. Para acceder a esa información el Improvisador debe entrenar la sensibilidad, la percepción, la escucha: la atención.
¿Por qué no pensar que esta honestidad de la que hablamos nos conecta inevitablemente con aquello que es necesario hacer, en tal o cual momento, y que ese hacer le pertenece al ambiente en el que se desarrolla la danza? De esta manera, la danza, la Improvisación resultante será lo que es necesario hacer en ese momento, en ese lugar, para esa gente.
Entonces, esta “Improvisación” es la elemental conexión con el ambiente, con el lugar, con la atmósfera del momento, con aquello que “debe” ser transmitido, comunicado y que está pidiendo a gritos en el lenguaje silencioso de las sensaciones.
“El tacto se expresa en el contacto. El contacto es relación. Cuando dos amigos se abrazan, cuando los amantes se aman, cuando el amor se traduce al código de la caricia, cuando el sanador impone sus manos cargadas de intención amorosa o cuando la madre coloca sus manos cálidas sobre el abdomen dolorido de su bebé, la piel se convierte en un radar del amor y las manos son agentes del corazón. El tacto, que es el sentido más denso, se expande hasta ser el más sutil de los sentidos. Literalmente se puede tocar con la mirada, acariciar con las palabras.”
-“Bioenergética y vivencia” Jorge Carvajal”-
La intención está directamente ligada al resultado. Si lo que está pasando por el pensamiento es distinto u opuesto a la acción consiguiente, tendremos pocas esperanzas de que la comunicación sea efectiva tanto con nuestro compañero como con el público.
Pero estar atentos a la intención no significa en absoluto enredarse en la intelectualidad o en el análisis de los pensamientos. Solo el confiar en el fluir con los sentidos es suficientemente “intelectual” como para dejarse llevar y actuar.
En el final todo viene a ser la unidad que siempre fue y es. El resultado no está para ser juzgado o evaluado según “preconceptos” estéticos (casi siempre ligados al clasicismo greco-romano occidental). Estamos ante un verdadero proceso de creación en el que la honestidad, la dignidad, y la fe con que el Improvisador actúa son en verdad los elementos que pautan y dan definición a la verdadera obra de arte.
¿Qué hacer con las ganas? ¿De dónde sacar la fuerza de la intención? ¿Cómo conectarse con la “inspiración” que llega a veces y a veces no?
Encontrarse, saber quién uno es, vislumbrar aunque sea una chispa de “adónde vamos” y qué queremos, es en definitiva una ventana a la claridad de la improvisación.
“en los lugares más recónditos de la memoria, en los espacios más silenciados de nuestro corazón, se enciende la llama de la sabiduría. Cada vez que miramos alrededor y vemos los destellos de todo lo que es y lo que no es, entonces estamos viendo con los ojos de la verdad, del conocimiento, del amor.”
esteban cárdenas 2005. derechos reservados.
Publicado por la revista ODA / http://odanza.blogspot.com/
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