breves apuntes al respecto
Autor: Fernando Escudero
Cuando uno está de viaje fuera de Perú y es re-conocido como peruano, es muy probable que dos cosas aparezcan de inmediato como parte de ese descubrirnos: nuestra comida, y nuestra ancestral tradición cultural (entre otras cosas). De esta última conexión, se nos asocia (a mi parecer por estereotipo) con Cuzco y sus expresiones culturales, su “energía”, su tradición ancestral, sus fiestas y baile. Resulta paradójico crecer en un país en donde el baile ha sido una constante en las diferentes culturas y regiones a través del tiempo, crecer en un país en donde esta ubicada Puno también reconocida como la “capital del baile” de Sudamérica.
Es innegable que estamos asociados históricamente al baile. Existen diferentes circuitos donde esta expresión artística se gesta en la actualidad con mucha fuerza, en especial a nivel del folclor típico de nuestras diferentes regiones. Sin embargo, encontramos que expresiones como la danza contemporánea en el Perú no ha tenido el mismo recorrido. La realidad de la danza contemporánea en nuestro país tuvo su auge en la década de los 80’s y principios de los 90´s a través de los esfuerzos de bailarines/coreógrafos que gestionaban sus propios espectáculos, con un alcance local – básicamente en Lima -. Este “boom” a nivel de espectáculos de danza fue decreciendo, con un público cada vez menor, el cual no “consume” este tipo de productos artísticos.
Asimismo los espacios de formación en danza y movimiento en el Perú han sido gestados por bailarines independientes - o grupos de ellos -. Los cuales han creado espacios educativos no curriculares. La formación en danza contemporánea y movimiento en el Perú ha sido basada únicamente en la formación de bailarines/performers.
Excelentes espacios de formación en danza y movimiento han sido iniciativa de bailarines y coreógrafos independientes que vienen desarrollando una ardua labor para mantener esta expresión artística viva en nuestro medio.
En cuanto a la formación de profesores de danza o profesionales del bienestar corporal, los espacios son más escasos aún, aunque encontramos también interesantes y diversas propuestas que brindan servicios a nivel de clases y talleres, más no como espacios de formación con una estructura curricular integral (formación de docentes y profesionales).
En una sociedad golpeada en el pasado por la violencia política y matizada en el presente por diferentes formas de corrupción, es necesario comenzar a generar espacios de expresión y formación de profesionales comprometidos con el desarrollo social y cultural de nuestra sociedad. La experiencia artística brinda la posibilidad de representación de la realidad, aspecto básico para la regeneración y crecimiento personal social. (Eisner, E.1992).
Toda sociedad necesita mecanismos de expresión de lo vivido, de lo que pasa dentro de ella. Las artes de performance en su experiencia sensitiva viven, leen y recrean el mundo en un tiempo pasado-presente, abriendo puertas para el cambio desde otras perspectivas.
Así la búsqueda de nuevos y diferentes canales de expresión es una necesidad para que la comunidad pueda cuestionar y procesar los eventos sociales que se viven. En este sentido, las artes de performance, entre ellas la danza contemporánea, juegan un rol muy importante en tanto que sensibilizan a la población en temas sociales que incumben a todos los ciudadanos.
En las últimas décadas jóvenes de distintas edades están volcando su interés en la danza y el movimiento no sólo por el placer estético que esta disciplina trae, sino como espacios de desarrollo personal y/o social y de bienestar corporal. Esta demanda ha sido respondida a nivel universitario, creándose áreas de danza contemporánea, pero hasta el momento no una carrera que desarrolle esta disciplina a nivel profesional. Una de estas experiencias que se viene gestando “lenta-pero-segura” es la que del área ANDANZAS de la Pontificia Universidad Católica, la cual tiene una escuela de formación de bailarines, que salen con un diploma pero no con un título profesional como tales. El proyecto aún viene gestándose con miras futuras a desarrollar una carrera en danza contemporánea que no solo eduque bailarines, sino además docentes en danza así como profesionales del bienestar corporal.
Pensar en danza contemporánea es no solo pensar en buenos bailarines, o buenos espectáculos, sino primordialmente en formar profesionales que no solo trabajen en el medio artístico sino también a nivel de formación de otros profesionales o de la atención de personas con demandas a nivel de bienestar corporal. La necesidad de una carrera de danza contemporánea en Perú es primordial como institución que promueva el cambio de “mirada” de esta disciplina, formalizándola, permitiendo su promoción y acceso para nuevos públicos.
Lima, de Julio, 2007.
Fernando Escudero
Comunicador
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