Prof. José Mulder / Fundación Puerta Abierta. Escuela de Artes y Técnicas. Buena Vista, Santa Cruz (Bolivia) Septiembre, 2006
Entendimiento. (descripción y contexto) Si tuviera que explicar qué es amerta, diría que es movimiento continuo generado por seres vivos. Se inicia con el nacimiento de un ser. Cualquier ser, porque acaso, ¿hay que prever la conciencia de la existencia para practicar amerta? Claro que en los hombres, diría, implica trabajar en conciencia personal. Técnicamente el movimiento corporal -interior y exterior-, la percepción, los sentimientos y la predisposición ante las cosas determinan las acciones. Sólo agregaría que esta “disciplina” tiene un fuerte vínculo con la filosofía del arte (estética) y similitud con otras que se desprenden del budismo. Si consideramos que, la percepción y las características de las cosas son experimentadas, dando cada persona una respuesta espontánea ante el color, la forma, el sonido, la palabra, etc.; y que para ello se busca estados propios de la práctica de la mencionada religión.
Motivaciones. (conocimiento previo y expectativas) Previo al año 2005 no tenía ningún conocimiento de esta “disciplina” ni tampoco ninguna experiencia con prácticas similares. Aún, considerando que el taller de amerta se dicta en el marco de la Carrera de Arte, en la Escuela de Artes y Técnicas de la Fundación Puerta Abierta (Santa Cruz, Bolivia), mis motivaciones para participar las determiné en función de la practicidad que implica una actividad corporal manteniendo una vida sedentaria como la mía. La primera experiencia (en 2005), con un grupo consolidado por siete personas aproximadamente, resultó en principio desconcertante para mi forma de expresar. Porque siempre consideré a mi cuerpo un límite. Amén, que las pausas en el diálogo y el silencio de las clases provocaban directamente a mi ansiedad. Luego, en ese mismo ciclo, el taller resultó un “adiestramiento” físico, que me permitió comprender mi cuerpo como medio para relacionarme, no sólo para aislarme. Esta segunda experiencia (en 2006), con un nuevo grupo, es diferente. Creo que la diferencia no sólo radica en el grupo, sino en mí. Comencé el taller con ideas confusas y vagas que tocaban la necesidad de una actividad corporal y de esparcimiento, para de a poco darle un sentido más intenso y personal que hoy relaciono mejor a la expresividad, a la “in-sistencia” –como diría I. Quiles– y a la impresión que las cosas del contexto dejan en mí. (...)

Conclusiones. (observaciones y recomendaciones generales) Nada es sin su antecedente. ¿Existe un conocimiento “residual” que desconocemos hasta que algo o alguien lo activa? ¿o nosotros lo asimilamos como quien ubica la pieza en el lugar que estima correcto, y las cosas adquieren un sentido? Creo en una existencia única, en el sentido nosotros-uno. La experiencia de amerta en Buena Vista la puedo asimilar desde dos planos: uno personal-interno y otro personal-externo. Si tuviera que referirme a cada uno diría que el interno está relacionado a mi movimiento en el plano sensible emocional y, el externo, al plano sensible corporal. Pero el vínculo entre ambos está tan asociado que es difícil disgregar. Aparte, identifico que ambos planos están a su vez divididos en dos estados que llamaría universos. Teniendo así, por ejemplo, un plano interno con un universo intrínseco y otro extrínseco. Para simplificar algunas de las elucubraciones del informe, me limitaré a decir que desde el punto de vista personal siento que he logrado conocer mejor mi cuerpo y su relación con el entorno, el tiempo y el espacio en el momento presente. Siendo uno de mis mayores intereses la comunicación, advertí que en la práctica logré comunicarme con los integrantes del grupo, pero desde un yo más pleno que el convencional. En este aspecto, cuanto más conocimiento una persona tiene de sí misma (en todo sentido), mayor es la escala de posibilidades que tiene de comunicarse con los demás. Desde otro punto de vista, vinculado al arte, intuyo que amerta es el punto de partida y encuentro de toda comunicación artística. La voluntad de expresar con belleza. Si luego, esa expresión se plasma en una acción, una pintura o dibujo, una canción o texto, sólo se trata de resultados donde cabe hacer otros análisis. En el ámbito de la Escuela de Arte, considero que amerta está aportando una base de introspección que todo artista puede aprovechar para su proceso creativo y expresivo. Sabemos que esta disciplina está siendo aplicada en expresiones artísticas en otros países. Algunos grupos de artistas han tomado aspectos de amerta para desarrollar sus obras. Siendo el teatro y el performance los que más se han valido de ella. Recomiendo la continuidad del curso de amerta en la carrera de arte, ya que infunde en sus estudiantes herramientas para el autoconocimiento y la expresión. De hecho, varios participantes del taller han tomado anotaciones, realizado bocetos y piezas tridimensionales a partir de la observación de la actividad en la clase. Propongo que los estudiantes también consideren en el desarrollo de sus trabajos de arte elementos materiales e intelectuales del contexto, y los plasmen por medio de ejercicios que los vinculen físicamente a ellos. En un sentido restringido, el grupo fue el contexto que permitió la elaboración de esos bocetos, anotaciones y objetos; en un sentido amplio, la ciudad tiene una gran cantidad de situaciones, movimientos, sensaciones que bien podrían ser reflejadas en las obras de arte cuando el artista se vincula con ellas. La observación, análisis, cuestionamiento y reflexión deberían ser, también en esos casos, el principio de la obra. Finalmente, para ejercitar la práctica de amerta en una aplicación artística nos proponemos junto con Marcelo realizar alguno de los ejercicios aquí expresados: - documentar una visita al mercado de Los Pozos, La Ramada o El Abasto. - tomar objetos de la vida cotidiana y movernos con ellos. Uno por vez, desde la funcionalidad hasta el absurdo. - movernos en la oscuridad con linternas. Nota: El miércoles pasado, en un taller de escritura, el profesor repartió un pequeño texto que habla sobre Zen, llamado “La expresión del Zen”, como introducción para abordar el haiku. En ese texto leí dos cosas que me resultaron claras para esta experiencia:
“Ningún pensamiento se interpone entre tú y la acción”, “Si piensas, tu mente se aleja de tu acción y el fluir de tu pintura o tu escritura se bloquea… Si no piensas, te unificas con tu acción, eres el pincel con el que estás pintando.”

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